La importancia de cuidarse por fuera
“La primera impresión es la que queda”
¿Os suena esta frase? Aunque a muchos os parezca una frase con contenido poco veraz, debo deciros que no es así, que es bastante cierta, por no decir cierta del todo.
Nuestra imagen personal es nuestra principal carta de presentación, llegando a ser en muchos casos una herramienta que puede conducirnos tanto el éxito como el fracaso.
Dicho así nos lleva a pensar que vivimos en una sociedad excesivamente superficial, que juzga a las personas más por su apariencia que por su valía profesional o personal. Pero la realidad es que aunque nosotros no queramos juzgar a nadie por su aspecto, nuestro cerebro, concretamente el área de la amígdala, lo hace manera inconsciente, sin tan siquiera dar-nos cuenta que lo está haciendo.
Cuando conocemos a alguien por primera vez el cerebro se activa de forma que, en apenas unos segundos (según los estudios serían un promedio de 7) sentimos la necesidad de saber si nos hemos de sentir amenazados o no por esa persona, y si es que no, pasar a poder realizar juicios de valor sobre su atractivo y su personalidad. Esto es debido a nuestra herencia genética primitiva, cuando nuestra supervivencia dependía de tomar una mala decisión o de actuar demasiado tarde ante una situación de peligro.
El cerebro necesita hacer deducciones y predicciones constantemente, sobre todo acerca lo que hay a nuestro alrededor. Por esto es importante el aspecto, porque será la primera información que tendrá en cuenta nuestro cerebro en analizar quien tenemos delante i, además, será clave para completar el prejuicio rápido que formaremos sobre esta persona. Prejuicio que quedará grabado a fuego en nuestra mente, de aquí la frase con la que hemos empezado este artículo del blog.
Son las otras personas las que nos definen y hay que controlar la información que les estamos ofreciendo, lo que podemos aprovechar de manera ventajosa según nuestro objetivo a conseguir, en vez de caer en la excusa de culpar a la sociedad frívola en que vivimos, porque esto en definitiva no nos ayuda absolutamente en nada.
Muchos factores intervienen en esta primera impresión. Unos forman parte de la persona en sí, de la morfología, de la personalidad y de la educación que haya recibido, siendo por esto quizás más complicado su control, como son la postura, la manera de hablar, los gestos y la expresión de la cara. Y otros son factores más fáciles de modificar, lo cual podemos aprovechar para utilizar a nuestro favor y sacar-nos el máximo partido. Estos son la ropa, complementos, peinado, el aspecto de nuestra piel y, más en el caso de las chicas, el maquillaje, aunque acerca de esto último es necesario decir que cada vez son más los chicos que empiezan a hacer uso de esta herramienta.
Sobre estos dos últimos puntos, en este blog, os iremos dando pautas para potenciar estos factores y así optimizar el resultado sobre la impresión que causamos a los demás.
En realidad, en la medida de la habilidad que cada uno posee, la mayoría de veces ya lo hacemos cuando tenemos algún acto o evento importante al que acudir; pero pasamos a un segundo plano esta atención cuando estamos en casa con nuestra pareja, nos sentimos más relajados / as ya veces se llega a caer en la dejadez. Por qué reservamos nuestra mejor versión para otros, para cuando tenemos una cena o una reunión importante, y sin embargo en casa… ¿no? ¿Qué deducciones hace la pareja a través de nuestra apariencia? Seguramente al principio de la relación nos preocupábamos más por lucir mejor aspecto ante la otra persona, pero con el tiempo y la confianza… todos sabemos lo que acaba pasando, y en realidad, sin darnos cuenta, la información que le estamos dando es que “nos importan menos que antes”; no hay que ir arreglados/as en exceso por casa, pero como ya hemos dicho nuestra imagen habla, y mantener un mínimo de cuidado en esto nos hace decirle subliminalmente al otro que “aún nos importa”, es una forma de comunicación no verbal que nos hace crear puentes de entendimiento positivos entre ambos.
Otro aspecto importante en el que una buena imagen personal nos puede ayudar es en la confianza en uno mismo. Aunque todo el mundo cree que la autoestima nace de nuestra mente, estudios recientes apuntan que también tienen parte de su origen en el cuerpo, es decir, una vez más hablamos de que el lenguaje no verbal también influye en nuestro estado anímico.
Estaríamos hablando de una situación en la que el pez se muerde la cola: cuando te sientes derrotado o no te sientes valioso lo expresas encogiendo tu cuerpo y descuidando tu aspecto, porque total… ¿Por qué? Pero es posible romper este círculo vicioso. Está demostrado que adoptar una postura erguida y expansiva durante 2 minutos, acompañado esto de un acicalado apropiado ya es suficiente para hacerte sentir más confiado y seguro de ti mismo, de hecho según los estudios se incrementan los niveles de testosterona un 20%, disminuyendo un 25% los de cortisol, hormona del estrés y la ansiedad.
Dicho todo esto solo queda animaros a todos y todas a que os cuidéis por fuera; por dentro es obvio que también, pero esto es algo que ya lo tenemos todos más que insertado en nuestro cerebro, ahora hay que añadir estas otras curas, sin duda notará los resultados.